Antes que nada, perdona si huele un poco a cerrado, hacía mucho
tiempo que nadie se alojaba aquí, y menos aún con la intención de
quedarse.
Ábreme bien de puertas y ventanas. Que corra el
aire, que entre tu luz, que pinten algo los colores, que a este azul se
le suba el rojo, que hoy nos vamos a poner moraos.
Y hablando
de ponerse, vete poniendo cómoda, que estás en tu casa. Yo, por mi
parte, lo he dejado todo dispuesto para que no quieras mudarte ya más.
Puedes
dejar tus cosas aquí, entre los años que te busqué y los que te pienso
seguir encontrando. Los primeros están llenos de errores, los segundos,
teñidos de ganas de no equivocarme otra vez.
El espacio es
tan acogedor como me permite mi honestidad. Ni muy pequeño como para
sentirse incómodo, ni demasiado grande como para meter mentiras. Mis
recuerdos, los dejé todos esparcidos por ahí, en cajas de zapatos
gastados y cansados de merodear por vidas ajenas. No pises aún, que está
fregado con lágrimas recientes, y podrías resbalar. Yo te aviso.
El
interruptor general de corriente está conectado a cada una de tus
sonrisas. Intenta administrarlas bien y no reírte demasiado a
carcajadas, no vayas a fundirlo de sopetón.
No sé si te lo había comentado antes, pero la estufa la pones tú.
Y
hablando del tema, he intentado que la temperatura del agua siempre
estuviera a tu gusto, pero si de vez en cuando notas un jarro de agua
fría, eso es que se me ha ido la mano con el calentador. Sal y vuelve a
entrar pasados unos minutos. Discúlpame si es la única solución, es lo
que tenemos los de la vieja escuela, que a estas alturas ya no nos
fabrican ni los recambios.
Tampoco acaba de funcionarme bien
la lavadora. Hay cosas del pasado que necesitarán más de un lavado, es
inevitable. Y hay cosas del futuro que, como es normal, se acabarán
gastando de tanto lavarlas. La recomendación, ensuciarse a su ritmo y en
su grado justo. Eso sí, no te preocupes por lo que pase con las
sábanas, que las mías lo aguantan todo.
Para acabar, te he
dejado un baño de princesa, una cama de bella durmiente, un sofá de puta
de lujo y algo de pollo hecho en la nevera. Para que los disfrutes a tu
gusto, eso sí, siempre que sigas reservando el derecho de admisión.
Aquí no vienes a rendir cuentas, sino a rendirte tú. Aquí no vienes a
competir con nadie, sino a compartirte a mí. Y lo de dar explicaciones
déjalo para el señor Stevenson.
El resto, no sé, supongo que
está todo por hacer. Encontrarás que sobra algún tabique emocional, que
falta alguna neurona por amueblar y que echas de menos, sobre todo al
principio, alguna reforma en fachada y estructura.
Dime que tienes toda la vida, y voy pidiendo presupuestos.
Dime que intentaremos toda una vida e iré encofrando mis nunca más.
El sentimiento negativo.
1 comentario:
Wow, geniaal! :) Me encanta!
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